Comentario al libro “Hija del viento, hija del fuego”, de Michèle Najlis
DOI:
https://doi.org/10.5377/encuentro.v0i100.1911Resumen
Dicen que son malos tiempos para la poesía éstos que nos han tocado en suerte vivir; y, sin embargo, hay quien sigue empeñándose en ser poeta. Y digo ser poeta, en el sentido más hondo del término, y no escribir poemas, pues son cosas distintas. Hay poetas que lo son sin apenas pergeñar un puñado de versos, mientras que hay quien compone y compone, incluso bien, pero en modo alguno es poeta. Y es que la poesía no es una actividad más a ejercer en horas muertas, sino una acción total que no se detiene ni al dormir, ya que el sueño, el sueño del poeta, también es una forma muy refinada de poesía. Así, se es poeta al escribir pero también al callar, cuando se ama o en el desamor, ante el abismo del misterio o frente al efecto apaciguador de la belleza en todas sus formas.
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