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Autor corresponsal: y.rodas@senacit.gob.hn, Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, Tegucigalpa, Honduras
Disponible en: http://dx.doi.org/10.5377/innovare.v11i2.14795
© 2022 Autores. Este es un artículo de acceso abierto publicado por UNITEC bajo la licencia http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0
Opinión
Desde un bicentenario de emancipación y exclusión al camino de una
ciencia abierta e inclusiva
From a bicentennial of emancipation and exclusion to the path of an open and inclusive science
Yeshua Rodas Mayorga
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Departamento de Fomento a la Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, Instituto Hondureño de Ciencia,
Tecnología e Innovación, IHCIETI, Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, SENACIT, Tegucigalpa, Honduras
Estamos próximos a la conclusión del año que
conmemora el bicentenario de la independencia de España.
El inicio de la vida republicana fue una época tumultuosa,
pero necesaria en el marco del contexto histórico
centroamericano. Puede parecer que la independencia del
Imperio español fue la conclusión de un proceso de
ilustración y emancipación, aunque en realidad marcó el
inicio de dicho proceso, y por ello merece la pena su
reconocimiento como hito. No obstante, debemos tener
presente que la independencia del dominio político
europeo no implicó el finiquito de su influencia cultural y
académica.
Las élites políticas, económicas y académicas de
América Latina siguieron viendo a Europa como el
modelo arquetípico. La visión de desarrollo cobró una
forma eurocentrista y en esa mímica se siguió sometiendo
y excluyendo con la misma barbarie colonial
prerepublicana a los pueblos originarios. Sin embargo, las
luchas de los pueblos por su reconocimiento dentro de las
repúblicas están cosechando sus primeros frutos. Hoy por
hoy, se vislumbra que nuestros países no se constituyen
de grupos homogéneos de una sola cultura y cosmovisión,
sino que se conforman de una amplia variedad étnica,
cultural, filosófica y cognoscitiva.
Quizá uno de los rasgos eurocentristas más marcados
en la América Latina sea el académico. El positivismo
europeo se impuso como único modelo científico
aceptable, aún en detrimento de las propias ciencias
europeas. Estas entraron en una crisis de la que sus
propios filósofos escribieron mares de tinta sin lograr una
salida satisfactoria.
El llamado «método científico» no es realmente uno
solo, por mucho que se diga que la física y su método es
el mejor ejemplo de ciencia. Paul Feyeraben (1986), un
europeo, escribiría su Tratado contra el método para
reflejar tanto aquella crisis como la insuficiencia del
positivismo para las ciencias. Y es que, así como las
culturas, los métodos para investigar, acumular y
transmitir conocimientos son variados.
Cultura y ciencia se constituyen como fenómenos
históricos. Por ejemplo, Thomas Kuhn en la Estructura de
la revoluciones científicas expuso cómo la ciencia cambia
de paradigma en un ejercicio dialéctico de nuevas ideas
(tesis), oposición (antítesis) y aceptación (síntesis). Por
otra parte, y para referir a un fenómeno cultural
contemporáneo, Judith Butler señala en su ensayo Actos
performativos y constitución de género (Butler & Lourties,
1998), adscrita a de Beauvoir (1987) (El segundo sexo) y
Merleau-Ponty (1994) (Fenomenología de la percepción)
que «“la mujer”, y por extensión cualquier género, es una
situación histórica antes que un hecho natural».
En esta historia de los pueblos y de la ciencia, hemos
observado como en las últimas décadas el reconocimiento
de lo que es científico y su divulgación se cerró en un
modelo fuertemente cientificista y excluyente que, pese a
su amplio prestigio, hoy día se enfrenta a una fuerte crítica.
En los últimos años, se le ha contrapuesto el modelo de
ciencia abierta, que recupera el principio de acceso y
debate abierto, generando un espacio en el que miles de
investigadores e investigadoras, que de otra forma se
hubieran mantenido excluidos, ahora pueden realizar la
tarea más importante al cierre de cualquier estudio: su
publicación y discusión con la comunidad.
El año del bicentenario termina abriendo la puerta a los
años del reconocimiento de la diversidad, en el más
amplio sentido del término. Por ello traer a colación el
componente histórico de los fenómenos humanos resulta
clave para entender que una posición verdaderamente