Entrevistas

Construir estrategias colaboractivas y transductoras: entrevista a Tomás R. Villasante

Building collabor-active and transductive strategies: interview with Tomás R. Villasante

Construir estratégias colaboractivas e transdutivas: entrevista com Tomás R. Villasante

Manuel Montañés Serrano
Universidad de Valladolid, , España
Iving Zelaya Perdomo
Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Honduras

Revista Latinoamericana, Estudios de la Paz y el Conflicto

Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Honduras

ISSN: 2707-8914

ISSN-e: 2707-8922

Periodicidad: Semestral

vol. 2, núm. 4, 2021

revistapaz@unah.edu.hn

Recepción: 27 Mayo 2021

Aprobación: 27 Mayo 2021



DOI: https://doi.org/10.5377/rlpc.v2i4.11506

Cómo citar / citation: Montañés, M. y Zelaya, I. (2021). Construir estrategias colaboractivas y transductoras: entrevista a Tomás R. Villasante. Estudios de la Paz y el Conflicto, Revista Latinoamericana, Volumen 2, Número 4, 180-194. https://doi.org/10.5377/rlpc.v2i4.11506

Resumen: Tomás R. Villasante es profesor honorífico de la Universidad Complutense de Madrid. Tiene una amplia experiencia en instituciones de educación superior y procesos de transformación social en diversos países de Europa y América Latina. Es autor de numerosas publicaciones sobre metodología, práctica y teoría participativas. Forma parte de la Fundación CREASVI, Red CIMAS, y Red Sentipensante del Grupo CLACSO Procesos y metodologías participativas. Esta conversación se centra en sus reflexiones respecto a la pandemia de la COVID-19 y a las estrategias para la construcción de una normalidad alternativa.

Palabras clave: entrevista, Tomás Rodríguez Villasante, normalidad alternativa.

Abstract: Tomás R. Villasante is an honorary professor at the Complutense University of Madrid. He has extensive experience in higher education institutions and social transformation processes in various countries in Europe and Latin America. He is the author of numerous publications on participatory methodology, practice and theory. He is a member of the CREASVI Foundation, Red CIMAS, and Red Sentipensante of the CLACSO Group on Participatory Processes and Methodologies. This conversation focuses on his thoughts regarding the COVID-19 pandemic and on strategies for the construction of an alternative normality.

Keywords: interview, Tomás Rodríguez Villasante, alternative normality.

Resumo: Tomás R. Villasante é professor honorário da Universidade Complutense de Madri. Ele tem ampla experiência em instituições de ensino superior e processos de transformação social em vários países da Europa e da América Latina. Ele é autor de numerosas publicações sobre metodologia participativa, prática e teoria. Ele é membro da Fundação CREASVI, da Rede CIMAS e da Rede Sentipensante do Grupo CLACSO sobre Processos Participativos e Metodologias. Esta conversa se concentra em suas reflexões sobre a pandemia COVID-19 e estratégias para a construção de uma normalidade alternativa.

Palavras-chave: entrevista, Tomás Rodríguez Villasante, normalidade alternativa.

Villasante, ¿Cuál es tu reflexión sobre la pandemia que padecemos?

Si nos preguntamos por la pandemia y la globalización, llegamos pronto al papel del capitalismo actualmente y la competencia entre países. Esta competencia no nos conduce a cambiar de rutas y a modelos de tipo alternativo, como mucho a gastar parte del excedente en salud durante un tiempo, para luego tratar de volver a alguna de las “normalidades” de las que hemos partido. La insistencia en las vacunas como única solución no indica otros planes. El trasfondo del cambio climático, de los recursos energéticos y las tecnologías disponibles, no se plantea como límite, y no se tienen en cuenta los datos que nos conducen a un posible “colapso civilizatorio”. Las contradicciones vienen de lejos con la sobre-explotación de la tierra, la explotación de la productividad humana y despilfarro de los excedentes acumulados, el crecimiento de la población sin un trabajo adecuado, como por las dominaciones y explotaciones de las diferencias de género, culturales, y hasta la mercantilización de la cultura, y la imposición de formas de vida competitivas y opuestas a la natural colaboración entre los humanos. Ahora se acumulan las contradicciones, que aceleran los tiempos para encontrar soluciones, pues los cambios no son rápidos y pacíficos como quisiéramos. Más bien la tendencia para disfrutar de “la normalidad” consumista nos indica que unas minorías la van a defender a toda costa, de forma autoritaria y con violencia si es preciso. Si aparecen nuevas tecnologías puede ser que se centren (tanto en lo civil como lo militar) en defender a un 20% de los que sean sus propietarios, en cada país y a escala global.

Tomás R. Villasante
Figura 1
Tomás R. Villasante

¿Podemos, entonces, escoger entre estas “salidas terribles” o hay “otras normalidades alternativas”?

En una entrevista en el Viejo Topo a José A. Tapia, coautor de la Gran recesión y el capitalismo del siglo XXI y autor de Cambio climático ¿qué hacer?, el afirma como resumen que “lo que está ocurriendo con la pandemia demuestra que sabemos bastante poco de cómo va a ser el futuro. Lo cual es una razón a la vez contra el pesimismo y contra el optimismo, contra la esperanza y la desesperanza. Ante las preguntas del entrevistador sobre cómo conseguir que las minorías más concienciadas puedan conseguir que se abandone el consumismo, o que se pueda avanzar con la insurgencia climática, contesta dos veces con honradez: pues no lo sé y luego seguir con la labor de hormiguitas. Parece razonable esta posición que, lejos de ser abanderado de una solución de vanguardia iluminada, retrata más bien en donde estamos. Si algo está demostrando la pandemia es que ni los médicos ni los profanos sabemos realmente lo que está pasando. Pues la complejidad del sistema inmunológico es tan alta, y lo que se sabe de los virus es aún tan poco, lo que se sabe de los bacteriófagos o de linfocitos T está aún por desarrollar, etc. Que nos prometan unas soluciones de tipo curativo también quiere decir que no sabemos casi nada sobre cómo protegernos de forma preventiva ante agresiones tan directas y globales (hábitos de alimentación, conducta, etc.).

Es innegable el alto número de muertes en todo el mundo, el miedo generalizado y la crisis de la economía mundial en consecuencia. No es la primera pandemia ni será la última, aunque esta se ha mostrado muy conectada con la globalización de los transportes y la economía. Sus consecuencias nos muestran que la creación de valor también depende de estos factores no controlables, no solo del trabajo humano. Las crisis de las pandemias (en el capitalismo y antes) están ahí desde hace siglos, y la que nos viene desde el cambio climático también está bastante documentada, pero eso apenas resuelve los problemas que tenemos. Sabemos poco, y la naturaleza nos hace preguntas que aún nos desbordan. ¿Cómo estimular las defensas del cuerpo y de la sociedad? ¿Somos capaces de investigar en las prácticas preventivas para la vida? La conspiración de los negacionistas sobrevalora a algunos humanos y no aceptan nuestra incapacidad generalizada. Además, argumentar con la conspiración, es meter más miedo a la gente, es hacerles un favor a quienes quieren aprovecharse de los miedos en una lucha de poderes ocultos. Está el peligro del desempleo masivo con el tipo de economía que tenemos y que no cambiamos, de los controles telemáticos de todos los movimientos de la humanidad tanto de tipo estatal como privado, y el gran negocio del capital con las vacunas, pero eso no se para con negar las muertes, el miedo, etc. Más bien se trata de cómo prepararnos para defender los factores inmunológicos personales y sociales, y cambiar de ruta con ejemplos prácticos sobre cómo podemos vivir en “otra normalidad alternativa” que hay que construir.

Podemos aprender lo que pasa cuando el mundo se para. Se intentó parar un día con la huelga de las mujeres. Sin la economía no monetaria y procomún de las tareas domésticas, podemos ver que todo lo demás se resiente. Sin la reproducción de la vida, la producción se viene abajo. Pero con esta pandemia hemos vivido una huelga de consumo global durante varios meses: menos transporte aéreo y de automóviles, menos viajes en general, menos gasolinas, menos aulas y masificación de jóvenes, menos hoteles y pisos vacacionales, menos vestidos y modas,…menos cosas superfluas (que solo se compran por la propaganda), más lógica de teletrabajo en situaciones que parecen adecuadas (aunque haya que mejorar mucho aún), los trabajos básicos de salud y de alimentación revalorizados, la denuncia de las residencias de mayores como guarderías que generan muertes, más valoración de los trabajos de cuidados, de los trabajos y actividades de cercanía, las vueltas al campo y huir de las masificaciones, más internet y menos reuniones inútiles, más venta a domicilio, más atención a mayores en sus casas, más recuperación de la naturaleza y animales que recobran espacios, etc. Veremos cuánto dura este posible aprendizaje ante el regreso de la ola de las nuevas normalizaciones de la economía globalizada.

¿Tal vez el error está en formular la solución de modo dicotómico?

Así es, ante la pandemia, ¿qué normalidades, o alternativas son posibles? A partir de Johan Galtung aprendimos a hacer pentalemas para superar los dilemas que nos enfrentan o que nos paralizan, si bien, lo complejizamos un poco más como multilemas. (Figura 2)

Multi-praxis y estrategias posibles
Figura 2
Multi-praxis y estrategias posibles
Fuente: T.R. Villasante

Se plantea un panorama o un abanico de posibilidades muy incierto, sobre todo entre el dilema de volver a la normalidad que teníamos o, por el contrario, la imposibilidad de contar con los recursos físicos-energéticos y con la producción en que nos basábamos en décadas anteriores. No parecen descartables soluciones del tipo pandemias y autoritarismos, incluso guerras que defiendan solo la vida de un 20% de la población en sus castillos condominios, sometiendo la demás población a condiciones infrahumanas. Este multilema se presenta más abierto, no tanto para poder debatir con datos ecológicos o económicos, sino para confrontar otras estrategias posibles. Cabe otro eje: desde la desconfianza negacionista, y los miedos generalizados, hacia unas propuestas de Nuevas Normalidades posibilistas, y hasta poder avanzar hacia otras transiciones procomunes. La vía de la concienciación por los datos del colapso mundial con el decrecimiento tiene sus problemas, no porque los datos sean falsos o equívocos, sino porque la gente no vea ahí posibilidades creíbles, y pueda apuntarse a creer en soluciones populistas más simples, o de las nuevas normalidades que pregonan sus dirigentes más confiables. El problema para una salida pacífica esta en las creencias y motivaciones de fondo, no tanto en los datos y posibilidades de colapso a tiempo determinado.

Lo que se pretende con este tipo de ejercicio metodológico es ver cuáles pueden ser las mejores estrategias para evitar la barbarie y retroceso de la humanidad, y que las islas de comunidades con procomunes puedan ser alternativas, y generen ejemplos viables a mayores escalas, en una alianza entre los gobiernos locales y nacionales y la posibilidad de transiciones sustentables. Es posible el hacer talleres participativos, donde se pueda construir el buen sentido común “desde abajo”; es lo que se quiere proponer, más con autoconcienciacion por movilizaciones y movimientos prácticos que por concienciación y educación teórica. No sobran los datos y las propuestas teóricas, pero no desde el determinismo de tesis, antítesis y síntesis, como si tuviéramos todos los datos ecológicos y sociales, sino desde las dialécticas orientales: de dos que se oponen en un dilema, se abren cinco o más posiciones emergentes posibles como en el ejemplo anterior. Aparecen campos superadores que prefiguran que ha de haber alianzas, más allá de la certeza de los programas. No se trata tan solo de tener razón, sino de que la gente sienta que es viable ese camino. Y eso no se consigue con más y mejores charlas educativas, sino conectando en las motivaciones y prácticas de fondo que la gente esté dispuesta a asumir en estos procesos. Estos multilemas pretenden abrir tensiones, superar los miedos, hacer producir a las contradicciones desde la misma gente, que en estas crisis las dialécticas se puedan construir desde las emociones y las razones, con prácticas y movimientos creíbles.

No es fácil conectar con el mar de fondo, la enacción de las redes de vida cotidiana, los instintos de clase aparecen más que las conciencias racionales. Las espontaneidades de las movilizaciones sociales, se repiten en situaciones muy dispares y distantes entre sí, muestran posiciones ocultas, los protomovimientos y manifestaciones, la antropología y ecología del cerebro preconsciente. Patriarcados y fetichismos que saltan por un lado, pero también aparecen (como las que se repiten ante las grandes catástrofes) las ayudas mutuas y seguridades procomunes, con raíces ecológicas y emocionales. En estas crisis de las normalidades aparecen nuevas posiciones que no controlamos desde los análisis habituales, no sirven las recetas aprendidas, repetitivas, como por ejemplo esperar que se puede volver a situaciones pasadas. Aprovechar este hecho analizador es una oportunidad de la pandemia para reconsiderar las emociones y acciones, desde la intraestructura más profunda de las personas y sus relaciones (que pone en el debate práctico cuestiones de fondo, sobre la salud y la reproducción de la vida, sobre los miedos y los trabajos, la producción y la especulación). Puede ser una oportunidad para no repetir seguridades gastadas y pasar a construir colaborativamente otras estrategias para resistir, para auto-organizarse con otras transiciones que den algo más de seguridad que la situación que se nos impone.

¿Y cuál es la lectura que se puede hacer desde los Movimientos Sociales?

El problema que tenemos desde lo movimientos sociales está en cómo enfrentar la recuperación de la economía del capital globalizado y del apoyo de los estados a esas normalizaciones. Se insiste en todos los medios en la reaparición de autoritarismos de USA, India, Rusia, Brasil, etc. China no es un caso muy diferente, con un modelo híbrido vertical: se aceptó el mercado y se desarrolló la propiedad privada, pero al igual que en el pasado lo hicieron los mandarines como expresión de un alargado poder burocrático hoy representado por el PCCH. Lo que nos confirma el análisis que le había escuchado a Johan Galtung sobre este gran país. También en occidente como mucho se propician algunos cambios electorales moderados para recuperar la normalidad perdida, y no tanto para poder construir otra transición que aprenda de la huelga de consumo vivida. Centroeuropa le impuso a Grecia medidas drásticas frente a un referéndum que las rechazaba, y ahora con todos los países mediterráneos ha negociado algo más, pero sin cambiar de normalidad. Cómo ha sucedido en América Latina, cuando la izquierda fracasa en el poder porque no se organiza desde abajo en lo cotidiano y cambia la normalidad, viene la “derechona” a postular que tiene la solución, prometiendo seguridad y vuelta a los principios dogmáticos. Hay otros ejemplos sobre cómo pueden funcionar las economías y los gobiernos, aunque no sean tan conocidos (no hay interés en divulgarlos) o solo sean conocidos a pequeñas escalas regionales o estatales. Por ejemplo, en un artículo sobre la posible quiebra del Deutsche Bank, Eduardo Luque describe en el Viejo Topo que el Banco Público de Dakota del Norte (BND) es paradigmático. Dakota del Norte es uno de los Estados de EE.UU. con menor nivel de desempleo, tiene superávit presupuestario y una de las mejores calificaciones de deuda. En este banco, por ley, el Estado deposita todos los ingresos que recibe; su objetivo es impulsar la economía de Dakota del Norte, tiene prohibido invertir fuera del Estado y dedicarse a actividades financieras especulativas. Otro ejemplo, que sigo más de cerca, en Ecuador, es la Cooperativa de ahorro y crédito ético Jardín Azuayo. Después de un gran desastre natural en un valle de los Andes se creó esta cooperativa, que en 20 años se ha convertido en una de las grandes otras normalidades del sur del país. Haciendo su Plan Estratégico pudimos resaltar las diferencias con la banca tradicional que son hoy su principal activo. Las bancas éticas, sobre todo si las apoyan los gobiernos progresistas, pueden promocionar unas economías solidarias que generen espacios de lo público estatal y no estatal: ¿procomunes, otras transiciones? Aún se necesitan más ejemplos como el Estado de Kerala (32 millones de habitantes en el sur de India). El libro de Andrés Piqueras La tragedia de nuestro tiempo tiene un planeamiento y una apariencia pesimista, pero está muy bien documentado y aporta un análisis muy interesante de las causas profundas de la fase actual del capitalismo. Algunas notas son, por ejemplo, el descenso documentado de 1950 a 2008 de la Tasa de Ganancia mundial; también la paradoja de la productividad del trabajo: una mayor innovación tecnológica no acarrea un proporcional aumento de la productividad; en la actualidad, el capitalismo necesitaría un gran cataclismo destructivo para reiniciar un nuevo ciclo: el Foro Económico Mundial en 2016 señalaba que la inteligencia artificial dará lugar a la pérdida de 7,1 millones de empleos en los próximos cinco años en las quince principales economías, al tiempo que ayudará a crear solo dos millones; la caída de la tasa de ganancia cada vez más conduce a incrementar y extender la explotación fuera de la relación salarial, así como a exacerbar la apropiación por parte del Capital del conjunto de actividades humanas y extrahumanas.

También se recoge, como en otros autores, la forma parasitaria del capital a interés y sus consecuencias: el capital especulativo parasitario, sobre todo en su dimensión ficticia, se materializa más y más en cuanto agente de dominio económico y político. Ejemplos de reinversión del excedente pueden ser la compra de la productividad de la naturaleza, con el extractivismo, o apoyar gobiernos autoritarios (o incluso guerras), invertir en tecnologías, aunque solo sean promesas poco fundadas; etc. Aquí Piqueras saca el impedimento de lo común, la lucha por una producción continua de las condiciones sociales, culturales, políticas y subjetivas de ampliación y acumulación del capital, una acumulación por subordinación ampliada y profundizada de todos los elementos de la vida de la población. Es la lucha que aparece en lo propuesto por Piqueras, aunque tampoco hay nada de ontológico en la existencia de unos bienes, relaciones o procesos como comunes y otros no. Siempre dependen de las luchas por hacerlos tales. El Común es una construcción política, una forma instituyente de autogobierno (y de ahí que desde el activismo social se prefiera hablar de procomún para denotar el carácter, a la vez de lucha y de compromiso); los sujetos colectivos se construyen en la praxis compartida como praxis instituyente de los comunes.

Piqueras propone el siguiente esquema que puede ser ilustrativo (figura 3). Estas circunstancias hacen imprescindible la consideración de los procesos ecológicos en la producción de valor, añadiendo un concepto biopolítico de lo común que lleva a aflorar a la conciencia el hecho de que los bienes para la vida son componentes de un ecosistema, al igual que los bienes humanos y las interacciones sociales y biosociales que les corresponden.

Esferas de acumulación del
capital
Figura 3
Esferas de acumulación del capital
Fuente: T.R. Villasante a partir de Andrés Piqueras (2017)

A izquierda y derecha se sitúan ambos procesos. En un esquema propio [que se expone seguidamente] recojo qué aspectos de Naredo dentro de un cuadro más amplio donde la ecología y la naturaleza no son externalidades si no que son las raíces de estos aspectos. Y recojo también de Carrasco, un esquema en forma de iceberg que jerarquiza estos aspectos, desde la punta superior y visible de la economía convencional hasta el mundo submarino de los cuidados y de la naturaleza (que aparecen como externalidades en la economía convencional). Es decir, que para ver más correctamente y de forma más completa el esquema habría que ponerlo en vertical, al modo en que el marxismo tradicional ponía superestructura e infraestructura, solo que ahora se le añaden por abajo (para la reproducción de la vida) tanto el concepto biopolítico de lo común, que podemos llamar intraestructura desde las relaciones de cuidados en lo cotidiano, y aún más abajo los ecosistemas naturales como los procesos ecológicos en la producción de valor. Estos son los que se hacen notar ahora con la pandemia, y las relaciones de los comunes como formas alternativas de cuidarse y de cuidar la salud y las economías de subsistencia. Dibujándolo como un manglar da más la idea de la complejidad de contradicciones que si solo se propone un iceberg o un árbol más simple, lo que se ve por encima del agua es la economía política convencional, pero que no se sostiene sin toda la vida y las raíces que nutren la reproducción ecológica y vital.

Braudel y otros autores ya nos alertaron del papel fundamental del Estado (sus burocracias y sus clientelismos, por ejemplo) y en el lado izquierdo destacamos que la pirámide de los poderes tiene un lado de herencias de poderes jerárquicos que han sido y son fundamentales. La parte más visible de la economía política recoge esa parte en que Marx se quedó corto, algo pudimos ver en Lefebvre, en Wallerstein, en Harvey, y en otros autores como Foucault, Guattari, etc. Son los feminismos, al aterrizar la política en la vida cotidiana, los que le dan una consistencia renovada al tema del estado y de los poderes desde la crítica del patriarcado, plantean la parte oculta de las jerarquizaciones en que nos educan (Beauvoir, Shiva, Braidotti, etc). Por arriba vemos vientos cruzados del capital y los estados en la llamada superestructura, y ahí se aúnan en la financiarización neoliberal o capital especulativo parasitario, más basado en la comunicación-consumo que en la propia producción. Podemos ver cerca toda la estructura de producción global al servicio del capitalismo de consumo, que se basa en la explotación del trabajo, y que necesita de las administraciones y las burocracias públicas, para respaldar sus poderes con los favores clientelares y las corruptelas de las oligarquías. Esto es lo que se alcanza a ver sobre el agua, incluso algunos pequeños movimientos de tecnologías apropiadas, de cooperativismos, mercados y bancas éticas. (Figura 4)

Manglares contra la
Financiarización global
Figura 4
Manglares contra la Financiarización global
Fuente: @ELROH (Rodrigo Hurtado, 2019) a partir de T.R. Villasante

Pero por debajo esta la reproducción, y los comunes, una intraestructura apenas valorada en términos monetarios, pero sustentadora de las redes de la vida, de los patriarcados y los fetichismos que aparecen como “la normalidad” de los miedos y rivalidades, seguridades y cuidados. El peso de los ancestros sobre los vivos y las contradicciones en el seno del pueblo, que son herencias interiorizadas en el ser social, en las clases sociales que mueven la historia, que perduran en las diversas jerarquías cotidianas desde la familia, la propiedad y el estado de forma secular, están ahí reproduciendo tanto el procomún familiar de la ayuda mutua y la creatividad comunitaria, como los vicios fetichistas y patriarcales. El capital más allá de la producción ahora también se ha lanzado a la acumulación por subordinación o desposesión de estos comunes y de las actividades extrahumanas de forma global. Lo que también está generando luchas sociales y movilizaciones desde estos sectores que se sienten desposeídos, y reclaman lo procomún (por ejemplo, el buen vivir en los Andes, el ecosocialismo en Europa, o las comunidades en transición en otros lugares). Más abajo aún, en la tierra que sustenta la reproducción y la producción, está el Ecosistema viral y de la vida, simbiótico y catastrófico al tiempo, del que sabemos aún bastante poco a pesar de los avances científicos de la modernidad. Los virus y las pandemias solo son algunos síntomas de que la base de la naturaleza también se mueve y reacciona ante la globalización que se nos impone.

Suben los manglares contra las pirámides de los capitales explotadores, de las burocracias y sus clientelismos, contra la desposesión de los comunes y los cuidados, desde la reproducción y desde la producción. El capital y sus estados entran en los mecanismos de reproducción, y estos se rebelan a partir de sus relaciones básicas (preconscientes, intuitivas, espontáneas, sintomáticas) sin planes ni estrategias, y afloran unos mecanismos defensivos y de protesta, de auto-organización semejante en muchas partes del mundo, por una seguridad comunitaria ante un terremoto, o por solidaridad con los más cercanos que sufren una injusticia evidente. Los procomunes emergen del ser social con formas muy semejantes en distintas situaciones sin que se conozcan entre sí (enactuan como diría Francisco Varela). Estos mecanismos de autoprotección y reproducción son de tipo consciente solo parcialmente y a partir de acciones previas. Pero las contradicciones internas de estos movimientos nos dejan habitualmente en tan solo movilizaciones llamativas, pero no con aquella suficiente auto-organización popular transformadora como parecería necesario. Ahora nos sorprende la naturaleza, o nos han sorprendido las movilizaciones populares, pero saber manejarnos en las incertidumbres necesita de metodologías de lucha y estrategias, que sepan usar estos esquemas y construir mejor en estas complejidades. Al usar estos esquemas que no son perfectos (al menos no somos tan simples y deterministas como las dogmáticas ideológicas de las que venimos) se trata de abrir las mentes para aprender de los procesos prácticos, se precisan éticas socio-políticas y alianzas socio-políticas que sean capaces de construir estrategias implicativas y transductoras.

¿Pero cuál es el papel de las clases sociales en esta historia? ¿No son el motor de la historia y los sujetos que marcan las estrategias en lucha?

Dicho así en general puede estar bien para recordar que las clases y las explotaciones existen, pero no dejan de ser conceptos aún muy abstractos si no se hace el análisis concreto de la situación concreta. Como los esquemas anteriores de Producción y Reproducción, o los Manglares para saber manejarse en la incertidumbre. Es preciso aterrizar en las situaciones concretas y demostrar que funcionan en la práctica esos presupuestos. Es necesaria la prueba empírica y no solo el debate teórico, pues la autoformación de las clases sociales es posible si se concreta en las vivencias de lo cotidiano, aunque los esquemas teóricos ayuden. J. D. Lacalle nos recuerda, siguiendo a E.J. Hobsbawn, R. Milliband, y E. P. Thompson, que la clase obrera, y las clases en general solo existen en su relación, que se concreta en la lucha de clases. Pero señala dos errores del entonces El Manifiesto Comunista relativos a que hoy no se da así la desaparición de los grupos intermedios, pequeños industriales y comerciantes, artesanos y labriegos, y en segundo lugar que el incremento cuantitativo de la clase obrera iba acompañado por su homogeneización. Es evidente que ninguna de las dos se ha cumplido. Marx y Engels tienen un esquema general de la lucha del capital y el trabajo, pero cuando van a lo concreto de su tiempo no se quedan en dos clases sociales, sino que aparecen bastantes más en cada situación concreta y con fracciones internas, e incluso en Engels, con sus condiciones y contradicciones en la vida cotidiana de Inglaterra. Bajan a la vida cotidiana, y a las luchas reales, los conceptos generales, pues solo así podemos entender tantas abstracciones. La explotación de clase, de género y de ecosistemas hoy se juntan y nos concretan en lo cotidiano, con ejemplos que vivimos, las luchas que se dan y en las que nos autoformamos.

Eduard Ibañez cita también en este debate varias frases de Marx relativas a la complejidad de la lucha de clases, donde funcionan la rabia, las contradicciones entre facciones y las alianzas, donde la división precede a la unión, coaligarse los dominados son construcciones frágiles, inestables, difíciles de mantener, o bien como agregaciones extensas, demasiado amplias, que no permiten apreciar la complejidad de las fuerzas enemigas. Por eso en la socio-praxis vamos a partir de mapeos estratégicos de actores y conjuntos de acción concretos, que tengan en cuenta a los opuestos y antagónicos, tanto como la división interna (los afines, diferentes e indiferentes, es decir, las contradicciones internas en el seno del pueblo). El debate entre N. Poulantzas, Laclau y Mouffe, sobre los sujetos” y el significante vacío a rellenar, la multitud de Hart y Negri, o el 99% de Stiglitz, nos resultan abstracciones vacías y no contrastadas. Mejor quedarnos con lo que se cita de Gramsci. Apuntes sobre la historia de las clases subalternas. Criterios metodológicos. Es decir, que hay que bajar a tierra, en cada situación concreta la distribución de contingentes, que no es la misma en tiempos de Marx, de Gramsci, o en la de cada territorio actualmente. Así, menos debates ideológicos abstractos de intelectuales, y más metodologías para construir con los sectores populares, incluso con sus contradicciones, para perfilar dónde está el enemigo en cada momento.

Mucha gente se pregunta si tras los argumentos ideológicos (tan encerrados en dilemas) no se esconden peleas de “egos” por mostrar cual es la “línea correcta” personal y del partido. Se debate sobre programas de partido, no sobre metodologías de construcción popular. Se argumenta sobre autores clásicos, no sobre las realidades empíricas que partan de lo que vive la gente. Se puede estar de acuerdo en la necesaria “transversalidad” entre los sectores sociales, en partir de las emociones del pueblo, en alianzas para un frente amplio, etc. pero la cuestión no está ahí (casi todo el mundo estaría de acuerdo en ese futurible). ¿Quién construye todo eso? ¿Cómo se hace? Los populismos de derechas y de izquierdas, por ejemplo, en Latinoamérica, han conseguido que los sectores populares avancen en sus reivindicaciones sociales, construidos en torno a un líder y mientras este dura como tal. Pero los populismos reales tanto crean un pueblo peronista como otro anti, uno chavista y otro anti, dividen en “mitades matrilineales”, según orígenes o sectores sociales, etc. Estas experiencias no se basan tanto en la auto-organización desde abajo, de la gente común, sino en la confianza en un dirigente, y en todo caso en un programa con un tipo de promesas radicales. Pero ¿en dónde está la democracia de base, participativa, para elaborar programas que necesariamente se han de actualizar, para que los liderazgos puedan ser más corales y no personales, para que no haya luchas fratricidas entre dirigentes, tras el líder máximo? En todas las experiencias que conocemos esta ha sido la triste realidad, más allá de los debates de programas e ideologías. No esquivemos esta cuestión que es la desconfianza de los sectores populares en un tipo de liderazgos llenos de razones personales y/o partidistas.

Las clases “en si” y sus explotaciones dan para unas alianzas transversales. Pero lo populismos (¿“para sí”?) sin base auto-organizada democrática son peligrosos por patriarcales y elitistas, y es el gran mal que repiten tantos movimientos sociales y políticos que nacen de movilizaciones justas de la gente, pero que no hemos sabido como auto-organizar. Precisamos de metodologías desde abajo, que sepan abordar las contradicciones en el seno del pueblo con democracias participativas internas.

Raquel Gutiérrez ha avanzado desde sus experiencias en Bolivia y México sobre todo hacia formas de reformismos desde abajo, con los movimientos sociales en los que ha colaborado. Raúl Zibechi también viene insistiendo en comunidades en movimiento. La auto-organización desde abajo (y a ser posible sin los partidismos tradicionales) es algo que también se puede aprender de experiencias en Los Andes con los Buenos Convivires (el sumak kawsay o sumak qamaña), o en el Estado de Kerala desde 1996 con la Planificación Descentralizada (toma de decisiones desde los Panchayats). Las movilizaciones indignadas de este siglo en todo el mundo no apuntan a las formas tradicionales de tipo partido o sindicatos, pero también hemos de reconocer que no lograron consolidar otras maneras de hacer democracias participativas internas y realmente eficientes que se puedan poner de referencia y generalizar. Por eso seguimos trabajando en construir metodologías desde los movimientos sociales y para hacer estrategias transductivas.

¿Y cómo se construyen estas metodologías?

La metodología de los Mapas estratégicos la hemos tomado de Paulo Freire (entre otras bases del Network Analysis, etc.), aunque conocemos a poco/as freirianos/as que lo suelan hacer para que resulten participativos y operativos. Los venimos haciendo para cada localidad, cooperativa, o en movimientos sociales, por ejemplo, desde hace 30 años, y con resultados interesantes para quienes se van a implicar en algún proceso. Dentro de una matriz, en el eje horizontal la sociopraxis coloca a la izquierda los actores más afines al cambio, y a la derecha los más opuestos. En el eje vertical solemos colocar las clases sociales, a las que hemos venido haciendo referencia en este escrito, divididas por bloques o fracciones según su poder en cada situación concreta de la que se trate. Lo que se grafica son relaciones como las influencias mutuas y flujos de información, que hacen más posible el construir unas estrategias viables con los actores en presencia, y según sus intereses. Si este tipo de mapeos lo hace el grupo motor y cuidador de un movimiento, sus estrategias pueden ser bastante más realistas, y además saber cuáles son las cuestiones clave que permiten las acciones con sectores amplios de trabajadores, consumidores y electorado (puesto que están en medio de las diversas influencias). El mapeo permite diferenciar dentro de los sectores populares locales, qué grupos y que sectores no organizados pueden ser consultados para saber hasta dónde se plantean acciones comunes o no tanto. Y esto permite agrupar los conjuntos de acción, con lo que saber qué fuerzas hay para aislar a los más reaccionarios y mostrar sus contradicciones. A partir de esta pandemia se pueden hacer mapas estratégicos concretos, con grupos motores tanto en actividades pedagógicas, como en economía solidaria, como en procesos reivindicativos, o en proyectos de municipalidades del cambio. Si bien, hemos de tener en cuenta que unos valores de la normalidad nos están dominando, y que con vacunas o sin ellas nos repiten que hay que volver a algún tipo de normalidad conocida, no tanto avanzar hacia otra normalidad. Los equivalentes generales de valor los tenemos impresos hasta la médula y siguen construyendo estos referentes de forma cotidiana. Frente a los problemas con la naturaleza siempre dicen que aparecen nuevas tecnologías, como solución milagrosa, a pesar de que las pandemias se repiten y se vaticinan otras que pueden venir, y que los científicos hacen depender estos problemas tanto de la globalización y del cambio climático. Sobre los poderes dominantes nos informan que en el bipartidismo se elige a los mejores (aunque Trump haya heredado su fortuna y solo sea un buen comunicador en alguna TV) para que confiemos en ellos, y también dentro del partido en China. Nos quieren tranquilizar con que la economía seguirá produciendo excedentes, con el apoyo de las Agencias de Calificación y de los grandes Estados, aun cuando vamos realmente de crisis en crisis, y con una precariedad mayor de la población, en cada país y en general. Y en los medios y series, que oímos y vemos, se seguirá insistiendo en que siempre ha sido así, lo normal en la condición humana, para reforzar los mensajes preconscientes y emotivos (miedos, inseguridades) que, desde la educación patriarcal de las familias, y de la educación bancaria de los colegios nos han venido reiterando.

La tarea transductiva entonces es poder llegar a lo emocional y a las motivaciones de fondo de la gente con la que convivimos. Como activistas o como educadoras, personas éticas que disfrutamos con “cuidar” las relaciones humanas, con la “creatividad social” de las personas, no estamos tanto en el interés de concienciar, como de aprender y concienciarnos con los espacios y actividades que se pueden hacer con nuestros semejantes, las otras personas que también quieren participar en este tipo de procesos creativos. Aprender de los entramados de Norbert Elias, de las enacciones con Varela, de los E.C.R.O. de Pichon-Riviere, o de los R.O.C.E. que proponemos en la sociopraxis. La vida cotidiana de las clases sociales nos da unas informaciones muy interesantes, desde Engels o desde Kropotkin, porque hay unos instintos de clase (que a veces son las contradicciones en el seno del pueblo) que nos deben hacer avanzar más allá de solo confiar en esos mejores que nos proponen siempre. Aprender de los procomunes familiares o comunitarios (a cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades). Las movilizaciones populares en tan diversos lugares y circunstancias recurren a sistemas de auto-organización muy semejantes (aunque sea por tan breve tiempo), son formas que deberían hacernos pensar en esas otras seguridades de lo humano basadas en la solidaridad. Ante una catástrofe cercana (terremoto, inundación, injusticia, etc.) nos sale anteponer los cuidados y la solidaridad, y de esto deberíamos aprender. Son eso que les llaman espontaneidades no previstas, como lo ocurrido con las movilizaciones indignadas, en nuestros cerebros se activan elementos que se deberían tener más en cuenta, que los activistas deberían tener en cuenta como desbordes de la normalidad, para construir otras normalidades.

Los activistas se pueden centrar en tratar de concienciar a la gente sobre el colapso que viene o en programas más o menos radicales, o en las virtudes de líder o del partido, pero sigue siendo de arriba a abajo, y si no parte de las motivaciones (contradictorias) en que vivimos lo cotidiano, se quedan en discursos para la minoría de enterados. Tomando los ejemplos de un barrio cualquiera, o de la influencia de la TV, de la movilización de los indignados, o de los influencers, vemos que los grupos activistas están en torno a un 0’1% de la población de referencia, y que con un tema candente llegan a un 1 o 2% del público potencial. Solo cuando estas minorías escuchan a un 25-30% de la población (que no suele acudir a reuniones) entonces pasamos de la asamblea (que como mucho llega a un 2%) a la posible movilización más general. Por eso es necesario partir de metodologías con la gente que no acude a las reuniones ni está organizada. Internet puede ser un apoyo para esta tarea, pero la gente no suele usar su móvil para estos asuntos sociopolíticos porque le falta la mínima motivación o credibilidad sobre que vayan a servir para algo los sondeos que a veces se hacen.

El tema para los activistas comprometidos no está en la gente que acude a las reuniones o a las aulas, aunque sean un buen punto de apoyo, sino en lo que esas personas (nodos retransmisores) puedan traer de sus vidas cotidianas o puedan llevar por los entramados del tejido social. Algunos ejemplos de las y los implicado/as ayudan, los debates en reuniones también ayudan si son sobre problemas concretos y tienen alguna proyección activa, pero sobre todo las movilizaciones y las actividades que implican a un 20-30% de la población, esas son las que permanecen. Pues el otro 70%, la mayoría silenciosa, está siempre enlazada con esos nodos retransmisores, que en persona o por teléfonos ya se encargan de crear opinión y movilizar motivaciones creíbles. Lo que circula por Internet y por los teléfonos es importante, pero muchas veces es más un escaparate (sociedad del espectáculo) de lo que cada cual quiere mostrar, que las raíces capaces de movilizar cambios reales y profundos.

¿Cómo se construye el proceso participativo con la gente del común?

J. Casri en El Viejo Topo nos ilustra sobre cómo se han hecho los guiones de las películas más famosas, comentando las etapas que plantea El Viaje del Escritor de Christopher Vogler, que a su vez sigue a Joseph Campbell en la mitología del viaje del héroe. Se trata de un proceso con las emociones, que se suponen universales, de los arquetipos y mitos que tenemos incorporados los humanos, que se podrían rastrear en los cuentos de hadas, las películas y los sueños. Pero como comenta Casri se manejan las emociones con el inherente etnocentrismo favorecedor de la cultura occidental que bordea el imperialismo cultural, un mensaje basado en el individualismo y centrado en el protagonismo masculino. De esta forma llegan a nuestras vidas cotidianas los equivalentes generales de valor dominantes, los incuestionados mitos que enfrentamos desde los movimientos hasta las pedagogías emancipadoras. Vivir en las pantallas el viaje del héroe inculca unos valores que los procesos participativos tratan de contrarrestar con metodologías democráticas, desde abajo y desde las vidas cotidianas. Pero si en los procesos participativos solo construimos desde programas racionales, sin tener en cuenta las emociones profundas, la gente puede pensar que tenemos razón, pero que no son confiables esos viajes, que no ven al héroe al que están acostumbrados, que les resuelve los problemas…

Para atender tu pregunta voy a presentar la comparación de las 12 etapas emocionales de los guiones de Vogler, y las aportaciones que hacemos desde la sociopraxis a las metodologías participativas. Solemos llamar saltos a las diferencias que señalamos, más allá de lo que se suele considerar participación (que a veces es cualquier cosa bien intencionada pero poco eficiente para la propia gente que participa). Los saltos de la sociopraxis solemos proponerlos con base en algunos enfoques nuevos, a algunas prácticas, y a algunos productos, de tal manera que se pueden seguir también como un viaje. Pero en este caso no se trata de un héroe individual y de los valores dominantes, sino de procesos construidos por grupos y actores corales, que aportan desde cada situación concreta sus creatividades sociales propias, desde emociones cotidianas y desde las razones que deciden priorizar (sea cual sea su cultura de origen o una mezcla de diversas culturas). Al partir de emociones y posturas (habitualmente contradictorias por las presiones dominantes), de la misma gente del común, es como si estas personas estuvieran construyendo su propia novela, su propio guion, su propia película, y es posible vivirla como tal. Por eso nos parece que comparar los saltos de la sociopraxis con las etapas de un guion de aventuras puede ser muy pedagógico. Incluso podría ser un programa para un seminario de participación social (o incluso un Curso o un Master) donde la gente se mete a resolver un problema siguiendo estos saltos-etapas con sus tutores y con la colaboración de grupos motores locales.

Etapa 1. El mundo ordinario. Se crea una identificación (el espectador con el héroe como en las películas), o se trata más bien del acompañamiento desde lo/as activistas, pedagogas/os, o profesionales de la participación con la gente del común y sus vidas cotidianas. Hacemos lo que se llama derivas o transectos, o paseos con la gente común que quiera acompañarnos, a propósito de algún asunto que les preocupa como dolor o placer, y que quieren enfocar para construir alguna alternativa. Se puede contactar con gente que quiere recordar lo que se hizo en la localidad, en una cooperativa, o en un movimiento en otros años anteriores, dibujando una línea del tiempo; o los elementos positivos y negativos que se vivieron con un DAFO para establecer un primer contacto con la gente. Así podemos ir conectando con gente normal, tipo de grupo motor, pues esto no es para héroes sufridores, sino para gente del común (por ejemplo, cualquiera se puede apuntar a los paseos o sacar fotos para identificarse con un tema si quiere).

Etapa 2. La llamada a la aventura. Aparece un elemento catalizador, lo que sería el grito o el síntoma que precipita una inquietud, que permite arrancar desde un sentimiento compartido, lo que llamamos el analizador. No es todavía el problema, que suele estar más oculto como causa que está detrás de lo que se ve y se siente, pero que necesita de un proceso para ir descubriendo en sus raíces las causas complejas que producen lo que ahora nos aqueja o nos ilusiona. Porque se parte de un dolor o de un placer con fuerza y capacidad para motivar (al menos a un grupo variado) para que salgan de su zona de confort rutinaria. Hay muchas formas para elegir un tema analizador que se pueda decidir desde un sentimiento compartido, algo así como una pregunta generadora en lo que es la pedagogía popular, pero que en este caso debe partir más desde la propia gente de base que de los pretendidos/as pedagogos/as.

Etapa 3. El rechazo de la llamada. No solemos ser conscientes de nuestros propios prejuicios, y no sabemos cómo guardarnos de ellos, para no adulterar los procesos en donde podemos tener unos poderes que lastren las construcciones colaborativas. El héroe de las aventuras duda sobre si será la persona indicada, pero tiene claro lo que ha de hacer pues defiende los valores dominantes, tal como lo ha planteado el guionista. Pero en nuestro caso hay que andar con mucho más cuidado, pues solo si se saben controlar los prejuicios propios podemos así facilitar la aventura colectiva, que en estos procesos es abierta y está al servicio de los grupos de base que se implican en ellos. Si se plantean en grupo estos miedos propios y ajenos, y podemos hacer bromas o teatralizarlos, son formas para su superación. La auto-reflexión grupal ayuda mucho a quitarse prejuicios con un grupo afín, y abordar la tarea de la incertidumbre de un proceso, que siempre es abierto, es una aventura, ahora si creativa para quienes participan, más que una película con guiones tan repetitivos.

Etapa 4. El encuentro con el mentor. Ayuda mucho poder concretar un calendario de tareas que permita visualizar por donde vamos a entrar y cuáles son los objetivos a alcanzar. El que haya una persona al menos que tutorice, o un acuerdo con una entidad responsable, pueden ser elementos que sirvan para desbloquear algunas parálisis y dudas que vayan surgiendo. Es lo que solemos llamar la negociación inicial, o sea aclarar algunos objetivos, plazos, recursos humanos o infraestructuras, población a la que nos acercamos, etc. No es que todo esto que se plantea inicialmente se tenga que cumplir tal cual, pero sirve de orientación, y sobre esto ya se pueden ir justificando las desviaciones que sean necesarias. Es posible contar con el respaldo de una entidad o un movimiento social, y que haya una comisión de seguimiento, pero también se puede partir de un grupo motor que sea de gente más común y/o profesionales voluntarios, que sea cuidador del proceso con una implicación más cotidiana, y que garantice que allí se va a quedar gente que ya sabe cómo van las estrategias.

(Si esto fuera una “escuela de ciudadanía”, tal como las solemos hacer, toda esta primera parte se podría realizar sin clases presenciales, solo a partir de unos grupos locales y algunos videos, textos, y tutorización por internet. Puede haber unas sesiones presenciales, tras estas etapas y saltos, si se juntan varios grupos que las hayan experimentado y puedan reflexionar en conjunto sobre aciertos y errores que ellos mismos comprueban y replantean de nuevo.)

Etapa 5. La travesía del primer umbral. Suele suceder cuando se pasa de las teorías a la práctica, viene un momento de la verdad, que suele paralizar la buena voluntad. Queremos ser participativos, pero también queremos que la gente este deseando participar y que venga a nuestras convocatorias, de tal manera y forma tal como lo hemos planificado. Pero la vida no es así de simple, la gente está muy desconfiada con las llamadas a la participación, porque muchas veces se les ha pedido que lo hagan y luego no sirve para casi nada. Más bien se trata de salir a la calle, de salir a ver y escuchar lo que pasa, más que salir a dar charlas. Hay varias formas salir al mundo de lo desconocido, pero conviene asumir el compromiso de escuchar sin juzgar, permitir que afloren las contradicciones de la gente y las nuestras propias. Se trata de algunas técnicas como la escucha activa, la observación participante, entrevistas grupales, etc. Ayuda mucho salir a campo con el grupo motor, y si aún no se ha hecho, repetir paseos, visitas, conversaciones informales, etc.

Etapa 6. Las pruebas, los aliados, los enemigos. Encuentra aliados y confronta enemigos de los cuales aprende las reglas del mundo extraordinario. En las metodologías y pedagogías construimos con el grupo motor los que llamaba Paulo Freire mapas estratégicos, es decir mapeos donde aparecen los actores en presencia y sus relaciones (tal como hemos comentado). Sirven para que un movimiento social o un proceso participativo puedan abrirse por los entramados y construir su propia estrategia de alianzas, teniendo en cuenta los bloques que se suelen formar, a partir de la existencia de los conjuntos de acción que hemos visto. Cuanto más concreto es el tema del proceso y más concretos los actores y sectores sociales a los que les afecta, pues salen mejor los sociogramas de relaciones, que muestran la radiografía de lo que no se ve a primera vista. O sea, por dónde pueden estar los bloqueos de los enemigos, o bien las oportunidades de alianzas con los que son diferentes, pero quieren hacer algo tal vez concreto.

Etapa 7. La aproximación a la caverna más profunda. A veces llaman cruce al segundo umbral a este salto, que nosotros llamamos profundizar más allá de los dilemas. La misma gente se suele plantear las cuestiones como dilemas, porque los equivalentes generales de valor así los trasmiten quedándose fuera y formulando preguntas tramposas, que solo admiten un sí o un no, esto o aquello en dilemas cerrados. Pero es posible hacerle una pregunta a quién pregunta ¿por qué esa pregunta no contiene más causas posibles? Alguna gente del común a veces prefiere contestar a sus preguntas y no a las que se le hacen, y esto es una gran oportunidad, si se sabe estar atentos a estas desviaciones. A partir de oír y ver posiciones contradictorias de la gente y de los poderes, pasamos a profundizar los dilemas y hacer producir las contradicciones internas y externas. Los multilemas nos abren nuevas preguntas y ejes desde la propia gente que participa, superan los dilemas y se crean nuevos campos superadores, por dónde quienes participan se ven animados a caminar.

Etapa 8. La odisea (el calvario). Es la prueba más difícil. Es el momento en el que toca fondo, donde solo a través de una muerte literal o simbólica el héroe puede renacer habiendo descubierto nuevas habilidades que tenía dentro de sí. Solo que en los procesos sociopráxicos el héroe no es una persona sino los participantes en el proceso, que colaborativamente construyen toda la aventura en que se han metido. Son los momentos que llamamos talleres de creatividad social, porque es en donde se producen las devoluciones de todo lo recogido en las etapas/saltos anteriores de tal forma que se condensan las verificaciones, las profundizaciones y las interconexiones que se han venido realizando, y por eso es un momento difícil, que toca fondo, donde los participantes pueden comprobar que mueren viejos rencores y aparecen creatividades colectivas, que se tenían dentro pero que no se sabían expresar o poner a favor de la causa común. Algunas prácticas colaborativas como los multilemas y los flujogramas ayudan a crear un ambiente emotivo productivo, aparte de señalar los nudos críticos que se han de superar y avanzar unas primeras propuestas de acción colectiva. La mayoría de estas etapas-saltos se pueden hacer sin recurrir a muchas reuniones presenciales, que cansan, aunque conviene que se hagan con grupos motores locales con una proyección para comunidades concretas, y que haya alguna tutorización, aunque sea por Internet. Tras las escuchas activas, los multilemas y los talleres de creatividad social, más o menos a la mitad de un primer proceso, conviene que haya unos debates entre diferentes grupos, de forma que se retroalimenten experiencias y metodologías.

Etapa 9. La recompensa. El héroe ha superado su miedo habiendo sido transformado, gana confianza en sus habilidades. En los procesos colaborativos los grupos y sectores que participan en lo concreto también superan los miedos previos si ven unos primeros resultados. Tanto resultados en las propias reuniones por un ambiente cuidadoso, inclusivo y creativo, como también porque pueda haberse llevado a cabo alguna realización concreta y urgente entre las demandas más consensuadas. Es lo que llamamos test de urgencia, es decir, la realización de algo visible que indique a la gente que participa que el proceso sirve para algo. Pues, cuando se pasa a la etapa/salto de propuestas, los grupos de tarea pueden hacer cada cual las suyas tanto para superar cada nudo crítico detectado, como para que se coordinen todas las propuestas con una Idea-fuerza que las englobe y de sentido de conjunto. Pero las propuestas suelen precisar de un tiempo prologado para ejecutarse y no son tan inmediatas, porque han de cambiar aspectos de fondo, y por eso adelantar una propuesta que se ejecute durante el proceso anima y recompensa las confianzas.

Etapa 10. El camino de regreso. El viaje del héroe es el despertar del yo, no del nosotros. Y en el regreso hay que tener cuidado con los héroes que se quieren poner las medallas de lo alcanzado hasta el momento. La mayor parte de las veces buenos procesos participativos no tienen continuidad porque alguien se quiere apropiar del mismo, y esto aparta a la diversidad necesaria para que pueda continuar democráticamente. Hacemos unas votaciones ponderadas con consensos (siguiendo el esquema de EASW), para construir las propuestas y estrategias/planes de acción, sin necesidad de que haya héroes ni jefes representativos. Son procesos de auto-organización donde los grupos de tarea siguen cada cual su camino, combinando votaciones ponderadas y consensos, de forma que todos pueden percibir que se tienen en cuenta sus propuestas desagregadas, y se consensuan las más respaldadas de unos y otros grupos, articulándolas entre sí y con trasparencia asamblearia.

Etapa 11. La Resurrección. Demostrar que ha aprendido las lecciones de su viaje, ver si ha aprendido las lecciones que le ha enseñado el camino. Monitoreamos porque estamos en procesos donde la autoformación es por la acción, no tanto por lecturas o diálogos entre los grupos, no tanto por una evaluación final, sino que se va aprendiendo, tomando decisiones sobre aquellos problemas concretos que se van presentando. Pues siempre hay desbordes de la realidad sobre cualquier plan o estrategia que se haya trazado. Y si no aparecen esos desbordes cabe desconfiar, pues tal vez se está siendo rígido y no adaptándose a las variaciones que siempre se presentan. Tal vez no se esté haciendo bien el proceso y monitoreo. Aprender de los propios desbordes que le ocurren a uno y a los demás es una buena prueba de que las estrategias pueden ser las correctas para el movimiento o para el proceso participativo.

Etapa 12. Retorno con el elixir. El elixir para los procesos participativos no es ninguna magia de propiedades especiales, sino llegar a las democracias participativas reales, no solo a escribirlas en un programa de partido o de movimiento social. Si incluso en las entidades que las proclaman no se cumplen de forma interna, poco podemos esperar a que las promuevan en otros ámbitos. Hay casos de coordinaciones horizontales, ejecución participativa, etc., pero la difusión de estos ejemplos suele ser muy minoritaria en los medios. Quienes están en los poderes de empresas, gobiernos, medios, etc. no tienen interés en difundir lo que es una alternativa. Pero al menos se puede intentar, en los movimientos sociales, en la economía solidaria, en la pedagogía popular, en algunos municipios que quieran cambiar las decisiones elitistas, etc. Estos procesos los vemos en espirales, ahora avanzan y ahora se frenan, y luego aparecen nuevas aventuras. No sabemos cuándo se podrán consolidar en la historia, más allá de estas experiencias pioneras, pero mientras duren y podamos disfrutar de ellos, eso que nos llevamos. Si esto fuera una escuela de ciudadanía habría un trabajo personal o grupal para dar cuenta de los resultados provisionales, y para plantear por dónde puede seguir la estrategia que se haya empezado a poner en práctica, para poder dar resultados operativos. Algún escrito de este tipo es bueno que se quede redactado, evaluado y difundido porque la memoria de los movimientos es corta y muy poco sistematizada. Puede ser también un video u otra cosa. Una valoración conjunta de profesionales, de activistas, y de personas de base puede ser la mejor evaluación de un proceso con la sociopraxis.

¿Y para concluir?

Concluimos que la propuesta ética es pasar a vivir el guion de una vida de aventuras con la gente que se quiere, y para y con la gente que puede cambiar el mundo. ¿Se trata de concienciar o más bien de disfrutar haciendo? Los disfrutes con los cuidados de los grupos motores, la creatividad social, los desbordes con los movimientos feministas, con comunidades locales, pensionistas, trabajadores en general, liderazgos colectivos, también con la auto-organización participativa desde abajo. Disfrutar con ejemplos prácticos es la mejor compañía que aprecian las personas del común, si además puede ser poner en práctica su capacidad de aventura colaborativa, se está estimulando su creatividad ante tantas crisis que nos amenazan, todos aprendemos. La transducción es entonces una provocación para la creatividad de la gente con la que estamos. Las ideologías en un bolsillo y pasan a primer plano las metodologías para construir estrategias, aunque no de cualquier manera, menos aún si son solo académicas y elitistas (de educación y no de acción). Estas son las éticas para la creatividad social, transducciones y desbordes, procesos y transiciones, para incluso poder disfrutar con lo que se hace, éticas y estilos de auto-organización, que podrían nacer desde variadas movilizaciones y movimientos sociales. Este recorrido pretende servir para un debate reflexivo colaboractivo y con pretensiones de ser operativo. Recorrido que implica la vida, desde la pandemia y las crisis hasta lo que podemos hacer, más allá de proclamar programas, es la implicación con los demás en salvar nuestras vidas.

REFERENCIAS

Piqueras, A. (2017). La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital: análisis de la fase actual del capitalismo. Anthropos.

Notas de autor

Manuel Montañés Serrano es licenciado y doctor en CCPP y Sociología. Es Profesor Titular en la Universidad de Valladolid (Campus de Segovia). Su última publicación es la siguiente: La resolumediación de conflictos en el ámbito educativo de manera participada. Revista Latinoamericana Estudios de la Paz y el Conflicto, 2(3), 85-97. https://doi.org/10.5377/rlpc.v2i3.10339
Iving Zelaya Perdomo es profesora de la Dirección de Estudios de Posgrado, Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Es Doctora por la Universidad de Valladolid y Magister en Investigación Participativa para el Desarrollo Local por la Universidad Complutense de Madrid. Su último artículo publicado es: Investigación y formación nacional e internacional para la Paz Transformadora en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Revista Utopía y Paxis Latinoamericana, año 25(90), 264-281. DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.3872576

Información adicional

Cómo citar / citation: Montañés, M. y Zelaya, I. (2021). Construir estrategias colaboractivas y transductoras: entrevista a Tomás R. Villasante. Estudios de la Paz y el Conflicto, Revista Latinoamericana, Volumen 2, Número 4, 180-194. https://doi.org/10.5377/rlpc.v2i4.11506

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