la historia, tradición e identidad de las comunidades rurales, para realizar actividades que generen condiciones convergentes
de participación con el adecuado uso de la naturaleza, y de esta manera poder comercializar los productos turísticos (Pérez,
2003). Asimismo, todo resulta beneficioso para las áreas rurales con el objetivo de tratar de promover el turismo comunitario
e infundir en el comunitario para que se puedan convertir en proveedores de experiencias únicas y auténticas de cada territorio
rural (Dolezal, 2011).
Así pues, Zhagui y Carpio (2019) hacen hincapié que el turismo es producto de un proceso emergente en la construcción del
desarrollo en las comunidades rurales, así como tratar de reafirmar los contenidos filosóficos culturales de las comunidades
receptoras. Además al mismo tiempo analizar la participación activa de todos los miembros de la comunidad involucrados
con la actividad turística, considerando que para maximizar los beneficios de la actividad se requiere de la participación activa,
dinámica y directa de todos los miembros desde el proceso de planificación hasta la evaluación por lo que debe de contar con
una estructura sólida capaz de resistir los problemas propios de la actividad turística.
También para Goeldner, & Ritchie (2012), el turismo comunitario ha suministrado una forma sostenible de vida para las
comunidades locales incentivándolas a participar de manera directa en la conservación y protección del entorno y en su
convicción de que otras alternativas de desarrollo productivo puedan tener impactos negativos ambientales. En efecto, la
puesta en marcha de los servicios turísticos redunda en bienestar al mejoramiento de las actividades productivas que se lleven
a cabo en las comunidades rurales. Por ello, la mayor parte de esto se debe de llevar bajo criterios de conservación, protección
y cuido del medio ambiente (Angulo, 2002). El turismo rural comunitario ha generado importantes aportes y beneficios para
el desarrollo de las comunidades rurales donde ha logrado consolidarse, así como lograr la viabilidad económica, que es el
principal objetivo que el turismo rural comunitario debe suministrar a las áreas rurales. Sin embargo, es categórico destacar
que el turismo rural comunitario pueda llegar a ser un factor de desarrollo para las comunidades siempre y cuando las
iniciativas comunitarias pongan ofertas de calidad, que las puedan hacer únicas y tengan capacidad de gestión y
comercialización, y que les permita funcionar más allá del apoyo de la cooperación internacional (Venture, 1975). Así pues,
las zonas rurales de los países en desarrollo se han ido incorporando al turismo como una actividad complementaria para
sumar ingresos y recursos a la comunidad (UNWTO, 2019).
Es importante destacar que los propios comunitarios sean los que gestionen su desarrollo incluyendo el manejo de sus destinos
turísticos locales, además de que puedan participar en la planificación y el debido aprovechamiento de los recursos naturales
y culturales de su entorno, pero de manera sostenible, respecto a una mejor condición de vida (León 2007). El conocimiento,
la experiencia y el capital humano se suman a un conjunto de recursos intangibles. Las habilidades de trabajo como las técnicas
de organización, el trabajo en equipo y las competencias orientadas al servicio son más que necesarias en las comunidades
rurales que participan en proyectos turísticos (Richards & Hall, 2003). Por lo que se comprende, que el turismo comunitario
beneficia a las comunidades locales económicamente permitiendo de esta manera que las poblaciones campesinas e indígenas
generen recursos económicos para las personas que trabajan en alguna de las iniciativas relacionadas con la actividad; también
permite a las comunidades revalorizar su patrimonio natural mediante su uso sostenible (Torres, 2017).
Asimismo, el desarrollo del turismo sostenible se define como una de las actividades turísticas que mantienen y mejoran el
bienestar de la comunidad a través de contribuciones netas a todas las formas de capital (Moscardo, et al., 2017). Por ende, el
nivel de educación en la población local se convierte en un elemento fundamental, principalmente en países en vía de
desarrollo, dado que la región centroamericana puede ser un ejemplo en donde las inversiones históricas en educación han
convertido a algunos países, tal es el caso de Costa Rica que ha servido como modelo en el desarrollo de un sector de turismo
basado en la vida silvestre y la naturaleza, incluso en algunos lugares remotos del mismo país. Nicaragua puede ser otro
ejemplo, donde se pueden llegar a reproducir las condiciones de un país fronterizo, dado al significativo nivel educativo que
presentan las comunidades rurales (Artal-Tur, Briones-Peñalver, Bernal-Conesa y Martínez-Salgado, 2019).
Hipótesis de investigación empírica a partir del marco de la revisión teórica
La parte empírica de la investigación trata de responder la siguiente pregunta: ¿Pueden aprovecharse los recursos naturales y
culturales de las comunidades rurales, junto al recurso humano organizado de las mismas comunidades, para que sean los
propios comunitarios los organizadores de los productos turísticos sostenibles de las comunidades? Para comprobar la
pregunta, se propone un modelo en la Figura 1, con las siguientes tres hipótesis:
H1. Comunidades rurales con recursos turísticos naturales y culturales que influyen en el área rural para el desarrollo del
turismo rural comunitario.
H2. Comunitarios organizados con habilidades y destrezas para el debido aprovechamiento de los recursos turísticos para una
mejor calidad de vida.