Rodilla Rota
DOI:
https://doi.org/10.5377/rll.v4i2.9405Abstract
Katherine lloraba a escondidas cerca de los baños del colegio. Sollozaba sin temor a que la mirasen, con entera libertad, como los aborígenes destilaban océanos en los inicios del mundo. Aparentemente nadie la observaba, ni siquiera los profesores que solían vigilar esos alrededores. Todos, estudiantes y maestros, reunidos en la plaza principal de la escuela, preferían festejar el campeonato de futbol recién conseguido por su colegio, antes que pensar en Katherine, quien, según ellos, casi les arruina la celebración por culpa de sus múltiples errores. Pese a tratarse de la jugadora emblema del equipo, anotadora de goles decisivos en el intercolegial, Katherine había
marcado en propia puerta durante esa final celebrada en nuestra escuela. Su desempeño fue pésimo durante el partido, vaya a saber uno por qué, hasta el punto que el entrenador, temiendo que los estudiantes nos tomáramos
la cancha, la sustituyó durante al finalizar la primera mitad.
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