El cuentista Rubén Darío
DOI:
https://doi.org/10.5377/rll.v7i1.10915Resumen
Es posible afirmar que Jorge Eduardo Arellano aprendió a leer a los 3 años, a la misma edad que el niño Rubén Darío, y que Arellano comenzó, entonces, leyendo a Darío. De otro modo no se explica tanto la dedicación, el fervor, el afecto lectoral de la obra literaria de nuestro gran poeta, como el conocimiento amplio y profundo que comenzó a desplegar desde los años en que laboraba en Revista conservadora (1967) hasta sus actuales años.
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