La pasión crítica (Los intelectuales ante el espejo de su tiempo)
DOI:
https://doi.org/10.5377/encuentro.v0i79.3646Abstract
Daniel Defoe, igual que José Saramago, comenzó tarde a escribir. Su primera novela, Robinson Crusoe, apareció en 1719, cuando tenía ya la edad de sesenta años, pero de allí en adelante quiso desquitarse del tiempo terco escribiendo con arrebato hasta la hora misma de su muerte. Más allá de haber creado en Robinson uno de los personajes arquetípicos de la literatura de todos los tiempos, se propuso escribir, con pulso de viejo que ya venía de vuelta, historias que sonaran verídicas en los oídos y lo parecieran a los ojos, y para ello utilizó la precisión fría del notario que inventaría bienes en subasta, o del maestro de obras que anota en su bitácora los celemines de argamasa que precisa un arco de punto.
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